

Se trata de recuperar la paz mental. Aunque adelgazar sea tu objetivo primordial, tienes que librarte de la obsesión por los kilos de más, ya que el apetito desaforado nace en la mente, no en el cuerpo. Mientras tu mente, histérica, pide comida, tu estómago a menudo protesta: «Por favor, no más».
La comida es un recurso que usamos para calmar la ansiedad, es decir utilizas los alimentos para encontrar paz. Sin la inquietud regresa y con fuerzas renovadas, en forma de estrés físico y de sentimientos de culpa. Te voy a mostrar como sucede en la mayoría de los casos:
1. Ansiedad: Mi trabajo (matrimonio, deudas o lo que sea que te inquiete) me pone nervios@.
2. Búsqueda de serenidad: Me comeré esta bolsa de patatas fritas.
3. Ansiedad: «No puedo creer que me acabe de comer esas patatas».
En ese momento, has redoblado tu nivel de ansiedad.
4. Intento de recuperar la calma: «Me pregunto qué más podría comer».
5. Ansiedad: «Me siento tan asqueada. Y tan fastidiada. Me odio a mí mism@».
Y la montaña rusa prosigue...
Nota: La única manera de terminar con ese ciclo es, encontrando la paz interior.
Tu peso, entre otras facetas de tu vida, retornará su orden divino en cuanto empieces a prestar más atención y cuidado a la Divinidad. Tú no puedes librarte de tu compulsión, pero el cielo sí. Y lo más importante: en cuanto se lo pidas, lo hará.
En esta lección aprenderás a cultivar la disciplina mental de recurrir al cielo con regularidad. No pidas ayuda a la Mente Divina sólo en momentos de necesidad; recurre a ella para cultivar y mantener la serenidad.
MEDITACIÓN
ACTIVIDAD
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