

Hoy vamos a tener en cuenta tus necesidades tanto a la hora de desarrollar mejores hábitos alimentarios como de avanzar hacia ellos de forma natural, gradual y en tus propios términos.
Seamos honestos para reconocer que, si bien hoy por hoy la comida sana te puede parecer aburrida, una alimentación perjudicial o excesiva no te favorece. Lo dicho no implica que debas cambiar de hábitos a la fuerza. Si te obligas a dejar de comer ciertos alimentos, volverás a comer mal de todos modos. Sólo te pido que abras los ojos a lo que está pasando en realidad, y llegará un día en que simplemente ya no querrás hacerte más daño.
Hace algún tiempo descubrí que las manzanas me ayudaban a reducir el consumo de azúcar que encontraba en el chocolate. Si bien las manzanas son una sustancia natural, llevan azúcar de todos modos. Sin embargo, el veneno que contiene el azúcar refinado no se puede comparar con la fructosa natural que aporta una manzana.
Así empezó mi romance con las manzanas. No obstante, yo no me desperté un día diciendo: «¡Se acabó! ¡No tomaré más azúcar refinado!» Más bien fue un proceso gradual durante el cual descubrí lo que me iba bien. Encontré de forma instintiva de hacer la transición, y tú también lo encontrarás. No me estaba comportando de manera autoritaria con mi organismo; no le decía: «¡Haz esto! ¡No hagas lo otro!» Más bien trabajaba con mi cuerpo para convertirlo en un aliado y no en un enemigo de mi proceso.
«Tu cuerpo no quiere estar enfermo». Y tu cuerpo no quiere estar gordo. Igual que tu corazón sabe latir y tus pulmones saben respirar, tu organismo sabe calibrar su peso para rendir al máximo de sus posibilidades como un conjunto. Sin embargo, las sustancias artificiales te han provocado apetitos falsos. Cuando las esencias naturales vuelvan a penetrar en tu organismo, tus apetitos innatos volverán a pasar a un primer plano.
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